En el Tarahal, hemos tocado fondo

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x Derechos Civiles 15M Sólo tengo un derecho: el de exigir del otro respeto humano (Frantz Fanon).

Y con ese derecho debería ser suficiente, pues resume lo que estamos obligados a defender, de igual forma que la siguiente escena resume todas las violaciones del derecho.
Una valla separa a unos de otros. Cuando los de abajo se acercan demasiado al límite, los de arriba disparan. Los de abajo mueren. Habían traspasado el límite. Los de arriba cumplen órdenes. Sus jefes, que les habían dado la orden de disparar y luego lo negaron todo, seguirán durmiendo tranquilos. Ocurre hoy en muros y vallas, como ocurrió en su día en los campos de concentración. ¿Es demagógica esta comparación? NO. Se trata de dos escenas que se pueden comparar precisamente porque son diferentes (¡solo lo idéntico no es comparable!) pero tienen elementos comunes. La indefensión de las víctimas se presenta como “peligrosa amenaza que asalta” barreras protectoras mientras los verdugos, terroríficamente racionales, se presentan como protectores del orden y el progreso ante la “avalancha” de subhumanos.

“Lo sucedido en Lampedusa y Ceuta no son anomalías, sino la normalidad de la frontera”. Sus cifras “dañan la inteligencia” y “la inteligencia española es la misma que disparó las balas de goma”. La manera en que políticos y medios de incomunicación manipulan esa realidad es pornográfica. Suscribo las palabras de E. Romero [http://miradescritiques.blogspot.com.es/2014/02/mentiras-y-alambradas.html].

No puede sorprendernos la patética tolerancia de la audiencia ante ese crimen de estado que se llevó la vida de 15 personas en El Tarajal y devolvió ilegalmente a territorio marroquí a otras 19. Vivimos en un crimen cotidiano que humilla y sacrifica a los últimos de la lista, a los “no-ciudadanos” dispuestos a cruzar la mayor fosa común de Europa en patera o a nado, pero la indiferencia demostrada por nuestra sociedad (de la que todos somos parte responsable) exige una autocrítica muy severa: aunque esos 15 muertos, los 19 expulsados y todos los demás son de los nuestros, aunque las muertes en el mar son resultado de la misma barbarie que amenaza nuestras vidas en tierra, la sociedad española apenas ha movido un dedo (el del mando a distancia).

Sabemos que quienes amenazan nuestros derechos son los mismos que dicen “defendernos” mientras ordenan disparar o pinchan flotadores [ver: Informe del Comité contra la Tortura de NNUU A/67/44, comunicación nº 368/2008 Sonko c. España, nº 368/2008]. Sabemos que los responsables de esa barbarie son los mismos que se disponen a arruinar nuestras vidas. Sabemos que quienes malviven al otro lado de la valla son nuestros iguales. Si el gobierno se dirige a nosotros como “ciudadanos españoles”, quizá haya que responderle que nuestros compatriotas son esos que murieron en el mar y los que lloraron su muerte, en la arena del Tarajal y en sus lugares de origen. Si creernos la “ciudadanía” (o incluso reivindicarla) significa aceptar la no-ciudadanía de los demás, nos negamos a ser cómplices de esa vergüenza.

Fingiendo defender a quienes ejecutaron sus órdenes, el delegado del gobierno en Ceuta comenzó amenazando con querellas criminales a las organizaciones que presentaron una denuncia ante la FGE el 10 de febrero de 2014 [ver: http://asociacionapoyo.blogspot.com.es/2014/02/entidades-sociales-presentan-denuncia.htmlhttp://asociacionapoyo.blogspot.com.es/2014/02/entidades-sociales-presentan-denuncia.html]. A la vez, el ministro de Interior trataba de convencernos, cada día con una mentira distinta (y cada vez más vomitiva), negando los hechos relatados por los supervivientes y grabados en video.

¿Crimen? Por definición, obviamente. ¿Mentiras? Las han dicho todas. ¿Vergüenza? Es imposible no sentirla. ¿Derechos? Por supuesto, los exigimos. Los derechos no se suplican. El caso de las personas extranjeras pobres es, con demasiada frecuencia, un “agujero negro” en la lucha por los derechos y las libertades. Debemos insistir sin descanso: una lucha excluyente no es una lucha justa. Si el ministro de Interior y los suyos siguen usando el discurso de “la seguridad”, “el orden”, “la paz” y “la democracia” como pretexto, que no cuenten con nosotros. No somos parte de “su” ciudadanía silenciosa, sumisa, inerte. Somos parte de esa “otra ciudadanía”, la que se interesa por comprender las causas que provocan la migración, denuncia los intereses de la Europa Fortaleza y se opone a las políticas excluyentes de su gobierno.

Por eso no nos basta con recitar los derechos como quien lee poesía, mientras el estado se ocupa de la práctica. No se es “solidario” por el simple hecho de predicarlo. Ellos dicen “democracia” y practican racismo. Toda política que excluye es racista. Si nosotros no tratamos de hacer lo contrario, dará igual lo que digamos. No somos lo que sentimos en la intimidad, por sincera que sea nuestra vergüenza. Solo seremos lo que hagamos. Ni debemos movernos por sensiblería humanitaria ni contentarnos con un ratito de compasión televisada. Tampoco queremos caridad. QUEREMOS JUSTICIA, de verdad y desde el principio. La misma justicia para ellos, para ellas, para nosotros y para nosotras. También queremos justicia para quienes usan concertinas, botes de humo, pelotas de goma, multas, redadas, cárcel, expulsiones, deportaciones, devoluciones “en caliente”, identificaciones… Y mentiras, muchas mentiras.

El crimen de estado es un delito altamente organizado y jerarquizado, quizá la manifestación más alta de criminalidad realmente organizada (Raúl Zaffaroni).

Sus responsables acostumbran a adoptar cinco formas de justificación o “neutralización” de sus actos: “negación de la responsabilidad”, “negación de la lesión”, “negación de la víctima”, “condenación de los condenadores” y “apelación a lealtades más altas”.

[ver:
http://danielafeli.dominiotemporario.com/doc/ZAFFARONI_CRIME_DE_ESTADO_COMO_OBJETO_DA_CRIMINOLOGIA_em_esp.pdfhttp://danielafeli.dominiotemporario.com/doc/ZAFFARONI_CRIME_DE_ESTADO_COMO_OBJETO_DA_CRIMINOLOGIA_em_esp.pdf].

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